Los párpados secos, el rímel corrido, la espalda pegada a los huesos e incapaz de hacer ningún movimiento, la cadera reposando sobre el colchón, con el coxis palpitante y las piernas como una extensión de esta, incapaces de moverse extendidas una sobre la otra. Recibiendo al final los pies que palpitan, que su sangre se agolpa en la planta y quiere salir por las uñas, recordando la cintura arqueada de la misma forma que callo al acostarse.. Y los ojos abiertos de par en par, sin una lágrima que caiga para que limpie el ojo, para que no llame los pensamientos. Un movimiento en falso... Y todo vuelve a empezar de cero. ...
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