Reconocer un espacio por un olor, un color y una forma determinado es muy común cuando estos realmente corresponden al objeto en cuestión, pero suele ser un poco más problemático cuando asociamos una persona, una sensación con olores y características que no son tan usuales.
Alguien alguna vez me decía que para saber reconocer bien el amor, había que saber bien a que olía y que recuerdo te traía a la mente, cómo quien dice pensar con el estomago, por que el gusto se siente en las entrañas, no en los ojos no en el tacto, sino en los labios y en la nariz, en el olfato.
- ¿cual es tu helado favorito? -
- Chocolate
-¿Cual es tu esencia favorita?
- Menta, y luego quizás vainilla.
¿ Cual es tu fruta favorita?
. Fresas
- Ah entonces, lo que tu quieres es un merengon de fresas con un after eigth para poder sentirte del todo tragada.
Si lo pensaba con calma si, yo quería tener en mi manos algo que fuese extremadamente elaborado, clásico pero al mismo tiempo saludable y frugal, bastante utilitarista para saber que buscaba una especie de hombre perfecto, que me trajese a la mente varios recuerdos y entre ellos varias sensaciones.
Desde eso, mis anteriores parejas las había intentado asimilar con algún sabor o textura que me gustase, sólo para mantener la emoción sensorial despierta, al principio di con una banana split, estaban las fresas la crema y el chocolate, pero era demasiado complicado para disfrutarlo sin fastidiarte de él, por más que te sacase de cualquier tipo de depresión. Luego, tuve en mis manos un algodón de azúcar, de textura suave, pero demasiado egolatra para comprender que no todo giraba y se inflaba entorno a él, y que se deshacia en la boca. Después me tope con alguien que era esencia de vainilla. Recuerdo que cuando era pequeña me metía a hurtadillas a la cocina con la intención de abrir el frasquito trasparente de esencia de vainilla y olerlo extasiada por un rato, cómo si fuese un placer oculto y prohibido.
Pero, sucede que la vainilla pierde su esencia con el tiempo, te acostumbras a ella y luego de tanto pasar tu nariz pegada al pequeño frasco, descubres que su sabor es un poco más amargo y que en esencia es un engaño a la mente, que acompaña otros placeres, pero que sola simplemente no logra mucho, es una esencia cómo muchas otras.
Entonces para mi, la solución no era buscar uno por uno los sabores que tenia de mi infancia, ni aquellos que disfrutase en un modo casi sexual, por que sucede que te cansas de ellos, para mi no se encontraba en el estomago, ni en el olor, ni el sabor.. para mi, aún no se donde se encuentra pero si y más o menos a que sabe, y que me huele cuando estoy cerca y si lo encuentro.. quiero poder seguir disfrutando y ansiando el tiempo que sea posible, cómo cuando eramos pequeños y queríamos ese dulce que nos hacían nuestras madres y cuando lo teníamos en nuestras manos, lo gozábamos lentamente.
Tiempos aparte.. Aún sueño con uchuvas, mentas, chocolates, pies de limon, sparkeys y nerds, y me ilusiono ciegamente con ellos.
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